Limitarse a exigir una «PAC fuerte y con presupuesto«, sin pronunciarse sobre qué agricultura y a qué agricultores se quiere apoyar, no bastará para evitar el maltrato otorgado por la propuesta de presupuesto 2028-2034 de la UE .
Zaragoza, 18 de julio de 2025
El presupuesto asignado a la PAC en el Marco Financiero Plurianual (MFP) propuesto por la presidenta Von der Leyen para el periodo 2028-2034 es de 300.000 millones de €. El periodo vigente (2022-2027) cuenta con 386.603 millones € (*), por tanto, se pierden 86.603 millones en euros corrientes, un 22 %. Pero la comparación debe hacerse, como siempre ha hecho la Comisión, descontando la inflación, que supone otros 88.918 millones (23%) €. Por tanto, el recorte efectivo en euros constantes es del 45%.
Con este brutal recorte, la PAC también pierde su Segundo Pilar que, aunque denominado “Desarrollo Rural”, también incluye ayudas directas a los agricultores como son las compensaciones en zonas con limitaciones o por cumplimiento de requisitos (agricultura ecológica, Natura 2000 y otros). Este hecho, unido a la falta de actualización y que los 300.000 millones € incluyen una partida de 6.300 para una red de seguridad separada de las ayudas a la renta hacen que no sea cierto que “lo que hemos salvaguardado son los pagos de las ayudas directas a los agricultores”, tal y como ha afirmado la presidenta Von der Leyen, ni tampoco lo es que “el dinero que llega directamente a los agricultores no sufre recorte alguno” tal y como ha afirmado el comisario Hansen.
Pero además, la fusión de la PAC con la cohesión económica, social y territorial, el desarrollo sostenible, la competitividad, la seguridad (Europol, Frontex, etc.) y el reembolso de Next Generation en un único fondo de 865.000 millones €, no sólo restará autonomía a la PAC, sino que pondrá en grave riesgo su gestión ante la complejidad de gobernanza que suponen para los Estados miembros los Planes de Asociación Nacional y Regional (PPRN) propuestos.
Un único Plan por Estado para el que la Comisión Europea exige a las Administraciones nacionales capacidades de coordinación de las que la propia Comisión carece y que, en el mejor de los casos, se traducirán en diferencias significativas en el enfoque y solución de los problemas que difícilmente podrán evitarse desde Bruselas. Por tanto, decir que la “la agricultura saldrá reforzada”, como ha dicho la presidenta Von der Leyen, está completamente fuera de lugar.
Ante este panorama, continuar con la reivindicación retórica y genérica de la PAC en base al lema “Una PAC fuerte y con presupuesto” no sólo es una batalla perdida ante un MFP que no se hace público para retirarlo, sino que volverá a impedir afrontar el problema de fondo de la PAC que las dos últimas reformas de 2013 y 2020 eludieron. Un problema que, en palabras de Tomás García Azcárate, puede sintetizarse en “¿Qué agricultura y, sobre todo, qué agricultores queremos apoyar con dinero público en el futuro?”.
Obviamente, es más fácil y cómodo exigir más presupuesto, prometiendo apoyo a todos y para todo, tal y como se viene haciendo desde los gobiernos y desde el propio sector, que pronunciarse exigiendo que se concentren los escasos recursos en una u otra prioridad. Un enfoque que hace de hecho el nuevo presupuesto de la UE, aunque no sea con la transparencia ni rigor deseables, al anteponer, literalmente en este caso, los cañones frente a la mantequilla.
Es cierto que una PAC insuficientemente dotada, que ya lo estaba antes del recorte, y peor gestionada, como previsiblemente puede ocurrir con la fórmula propuesta, difícilmente puede ser eficaz. Sin embargo, todos deberíamos saber que el presupuesto, por sí mismo, no garantiza la eficacia y que la persistencia de las incoherencias en una política pública es el peor de todos sus enemigos.
(*) De acuerdo con el Informe financiero de la Comisión al Parlamento Europeo y al Consejo sobre el FEAGA y el Feader. Ejercicio financiero de 2023. COM(2024) 417, de 26 de septiembre de 2024.